Hablé con Luis Moreno Ocampo, primer fiscal jefe de la Corte Penal Internacional. No discutimos un caso del pasado, sino un crimen que ocurre ahora mismo, a plena luz del día: el genocidio en Gaza.
Moreno Ocampo no dejó lugar a ambigüedades. Dijo que lo que ocurre dentro de Gaza presenta “todos los signos” de un genocidio, con un componente evidente de infanticidio masivo. No se trata de opiniones: la Corte Internacional de Justicia ya advirtió que existe un riesgo real de genocidio, y esa sola declaración activa obligaciones concretas para los Estados firmantes de la Convención de 1948. Pero esos Estados no actúan. No por falta de pruebas, sino por decisión política.
Explicó que el sistema legal internacional no está funcionando. Países como Australia y Reino Unido afirman que no moverán un dedo hasta que un tribunal confirme legalmente que hubo genocidio. Esa lógica es absurda: si se espera una sentencia final para prevenir un genocidio, se llega tarde por diseño.
Hablamos también de los hechos. El cerco a Gaza no es solo militar: es deliberado. Se bloquea comida, se corta el agua, se impide el ingreso de ayuda humanitaria. Y todo esto ocurre con declaraciones públicas de funcionarios que confirman esa intención. No hay duda sobre lo que están haciendo —ni sobre quiénes son los responsables: Netanyahu, Galant, y el bloque de ultraderecha que sostiene al gobierno israelí.
Pero la pregunta de fondo no es si Israel comete genocidio. La pregunta es si los demás Estados están dispuestos a cumplir su obligación de prevenirlo. La Convención no exige esperar una condena: exige actuar cuando hay riesgo. Y ese riesgo ya fue reconocido oficialmente.
Moreno Ocampo fue más allá: dijo que Gaza no es solo un crimen, sino el síntoma de un orden internacional en ruinas. El derecho internacional existe, pero no se aplica. Las disciplinas académicas están fragmentadas. Nadie integra el análisis del poder, la ética y los hechos. Cada sector protege su parcela, mientras la realidad —los niños muertos, el hambre planificada, el desplazamiento forzado— queda sin respuesta.
Frente a eso, insistió: no hay lugar para la desesperación. La desesperación paraliza. Lo que se necesita es comprensión, articulación, crítica. Está trabajando con físicos en San Pablo para desarrollar modelos complejos basados en redes neuronales, con el objetivo de repensar el orden global desde cero. ¿Es ambicioso? Sí. ¿Es urgente? También.
Terminamos hablando de lo que nadie puede evitar ver: las imágenes que llegan de Gaza. Los cuerpos de niños, las ruinas, el hambre. Lo insoportable. Y, sin embargo, el mundo sigue mirando para otro lado. Moreno Ocampo fue claro: si esto no cambia, no hay futuro para la humanidad. Y frente a eso, no caben las medias tintas: hay que estar del lado de las víctimas.
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